Más allá de ser simplemente un nombre, “TORICANTANO” es un canto nostálgico a las raíces impregnadas en las desconchadas paredes tabernarias, donde la tradición y la creatividad se encuentran en un abrazo eterno. Desafiando la mera connotación taurina, este término despierta la memoria de un añejo ligaito bodeguero. 

En las páginas del Diccionario de J. Pemartín, se define “Torito” como una armoniosa mezcla de oloroso y vino dulce, u oloroso y vino de color, que los bodegueros jerezanos solían elaborar a media mañana. Una antigua tradición se convierte ahora en una nueva aventura, un renacimiento reflejado en un vino singular y refrescante, inspirado en los vetustos "Toritos" sanluqueños.

Este viaje sensorial arranca en Sanlúcar de Barrameda. Recuperando un ligadito de la Manzanilla sanluqueña, con el Moscatel de la vecina Chipiona, dos tesoros que rinden homenaje a la diversidad y riqueza vinícola de este enclave costero. Su estilo fresco y desenfadado promete llevar a cada copa la brisa marina y la dulzura soleada de estas tierras andaluzas. La sal y el Sol.

¿Cómo es TORICANTANO?

 El singular y genuino coupage de Manzanilla fina de Sanlúcar de Barrameda, con el oxidativo y floral toque distintivo del Moscatel chipionero, aporta melosidad a la incisiva y penetrante Manzanilla, desarrollando un perfil cítrico, floral y meloso en nariz y un trago denso, sedoso y sutilmente dulce, para disfrutarse frío en el aperitivo, combinar con platos de la comida asiática o disfrutar con hielo y rodaja de limón, en coctelería.

"Toricantano", se inspira en la figura del torero que toma la alternativa como matador de toros. Este nombre juega con la etimología, derivando de "Misacantano" o cura que canta misa por primera vez, vinculando así la tradición vinícola con un ritual único: El vino de la hora del Angelus.